Difícil de resumir un cumulo de tantas emociones en unas líneas, difícil de expresar tantas miradas, tantos abrazos, tanta tensión, tantas expresiones, tanto trabajo y complicidad en una crónica pese a que ya han pasado casi dos semanas.
Todo empezó como un sueño hace
casi 30 meses (junio 2013) y sin quererlo 2015 se nos hecho encima y afrontamos
la segunda edición, el reto era superar el listón de la primera y fácil, fácil
no era. En enero/febrero ya estábamos trabajando en la Mitja 2015. Las
expectativas y plannings se fueron cumpliendo y se llegó al gran reto de los
500 corredores justo antes de cerrar inscripciones, se tomaron medidas en
aquello que los corredores nos pidieron que mejorásemos, el equipo humano de responsables
y voluntarios estaba más rodado y era un 25% superior a la edición anterior
(cada 3,3 corredores un voluntario ¡en ninguna carrera existe esa proporción!).
Todo Papiol estaba deseoso de que llegara el gran día y mientras sufríamos por
hacer cuadrar la cuenta de resultados (el presupuesto también subía un 25%).
Días de no parar de mirar el pronóstico del tiempo ante las predicciones de
lluvia.
Llegó el gran fin de semana después de días y semanas de mucho trabajo (qué loco he traído a Carles, el diseñador, un año más ¡sabes que te quiero!), pocas horas de sueño y sacrificios familiares/personales. Por el camino durante el mes de septiembre y las primeras semanas de octubre un montón de actos de la Mitja para ir “calentando” motores (entrenamientos dirigidos, presentación de la carrera….). Entidades locales, Parc de Collserola y Diputació volcados ¿sabéis lo que cuesta negociar un recorrido en un Parque Natural protegido? Labor de meses, labor de equipo. Muchos nervios, muchos. Los móviles echan humo ¿dónde se puede comprar tiempo? Listas de recados, cosas y apuntes donde ir tachando y volviendo a apuntar otra, la cabeza ya no da más de sí para coordinar tantas y tantas personas, áreas y detalles.